¿DÓNDE ESTA NUESTRA ATENCIÓN?
Por: jeanne de salzmann
Quiero estar consciente de mí.
Tal como estoy en este momento, ¿puedo conocerme,
tener conciencia de mí?... No puedo.
Estoy demasiado disperso.
No siento nada.
Pero veo que estoy dormido y veo los síntomas de ese
sueño.
Me he olvidado de mí, he olvidado el sentido de mi
existencia.
Y en ese momento, recibo un choque: siento que me despierto, que
quiero despertarme.
Apenas experimento el choque, me siento tomado
de nuevo, retenido por los elementos de mi sueño: las asociaciones
que dan vueltas, las emociones que me toman, las sensaciones
pasivas.
Siento que vuelvo a caer en el olvido.
Uno no se da cuenta de cuán pasivo es, siempre arrastrado
por los acontecimientos, las personas y las cosas.
Empezamos un trabajo con mucho interés, conscientes de nuestra
meta, pero al cabo de cierto tiempo, el impulso se debilita, vencido por
la inercia.
La comprensión disminuye y uno siente la necesidad de algo
nuevo que restaure el entusiasmo, la vida.
De esa manera, nuestro trabajo interior avanza por etapas
y depende siempre de fuerzas nuevas.
Esto está determinado por una ley.
Hay que desechar la idea de que el avance se realiza en
forma continua y en línea recta.
Hay etapas en las que la intensidad disminuye y, si uno
no quiere recaer es necesaria la aparición de una fuerza más
activa.
El “hombre pasivo” en nosotros, el único que conocemos,
es el que recibe toda nuestra confianza.
Pero, mientras permanezcamos pasivos, nada nuevo
ocurrirá.
Hay que volverse activo en relación con nuestra inercia,
en relación con el trabajo pasivo de nuestras funciones.
Si queremos cambiar, tenemos que buscar en nosotros al “hombre
nuevo”, el que está escondido; es decir, el del recuerdo, el que tiene una
fuerza que sólo puede ser dirigida por su voluntad y a quien hay
que hacer crecer gradualmente, paso a paso.
Uno debe ver que es posible un estado más intenso, más
activo.
Debo reconocer que en mi estado habitual mi atención no
está dividida.
Cuando me abro a lo exterior, estoy naturalmente
interesado.
Mi atención va hacia allá.
No puedo impedírmelo.
Si mi fuerza de atención está completamente tomada,
estoy perdido en la vida, identificado.
Toda mi capacidad de estar presente se pierde.
Me pierdo, pierdo mi propio rastro, el
sentimiento de mí mismo, mi existencia pierde su sentido.
UNA SEPARACIÓN………
Entonces, el primer cambio requerido es una separación en
la que mi atención se divide.
ESTAR PRESENTE………
Nuestro esfuerzo debe ser siempre claro: estar presente,
que es el comienzo del recuerdo de sí.
ESTOY PRESENTE EN DOS DIRECCIONES……..
Cuando la atención se divide, estoy presente en dos
direcciones, tan presente como pueda.
Mi atención se dirige en dos direcciones opuestas y
yo estoy en el medio.
Es el acto del recuerdo de si.
Quiero mantener una parte de mi atención sobre la conciencia de
pertenecer a un nivel superior y, bajo esa influencia, trato de abrirme
al mundo exterior.
Debo hacer un esfuerzo para permanecer relacionado, un
esfuerzo de atención.
Trato de conocer realmente lo que soy.
Lucho por seguir estando presente, a la vez con un sentimiento de
mí que se vuelve hacia una calidad mejor y con un sentimiento
ordinario ligado a mi persona.
Quiero ver y no olvidar mi pertenencia a
esos dos niveles.
Debemos ver dónde está nuestra atención.
¿Dónde está nuestra atención cuando nos recordamos de
nosotros?
¿Dónde está nuestra atención en la vida?
El orden sólo puede nacer cuando entramos en contacto directo
con el desorden.
No estamos en el desorden; somos el estado de desorden.
Si miro lo que soy realmente, veo el desorden.
Y donde hay un contacto directo, hay una acción inmediata.
Comienzo a darme cuenta de que mi Presencia está donde
esta mi atención.
jeanne de salzmann
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