sábado, 17 de octubre de 2015

EL QUE VIGILA

EL QUE VIGILA
Por: jeanne de salzmann

No vemos nuestro estado de sueño.

En ese estado pensamos en el trabajo; pensamos «Yo quisiera estar presente».

Pero el esfuerzo de estar presente es algo muy diferente.

Es un esfuerzo en la dirección de la conciencia.

Uno debe llegar a saber si es consciente o no de sí mismo en un determinado momento y debe reconocer todos los niveles de esa conciencia.

Su presencia o ausencia puede así ser probada por un acto interior de observación.
             
Estoy frente a algo que no conozco.

Estoy frente a un misterio, el misterio de mi Presencia.

Debo sentir que no puedo pretender conocer ese misterio con mis medios ordinarios.

Si comprendo, al menos mentalmente, lo que significaría estar presente, con todos los elementos de mi Presencia, y no sólo con mi cabeza, mi sensación o mis emociones, tal vez no estaría aún verdaderamente presente, pero estaría en busca de una dirección común.

¿Quién está presente?

¿Presente a quién?

¿Quién ve a quién?

Ahí está todo el problema.

Para observarse hace falta una atención diferente de la atención ordinaria.

Emprender la lucha del que vigila.

Buscar que haya en mí un vigilante estable.

Alguien que vigile.

Sólo el que vigila está activo.

El resto de mí mismo está pasivo.

El que vigila debe recibir una impresión de mi estado interior, tratando de tener, al mismo tiempo, un sentido del todo.

EL PERSONAJE………

Debemos aprender a ver que el verdadero Yo no está allí, y que “el personaje” toma el poder y hasta pretende ser el único que existe.

Uno tiene poder sobre el otro.

Es necesario invertir los roles.

El peligro está en que no nos damos cuenta de que los roles vuelven a cambiarse.

CONOCER MI FALTA DE ATENCIÓN………

Creo que necesito poner atención; pero, en realidad, lo que necesito es conocer mi falta de atención.

LA OBSERVACIÓN DE SÍ………

La observación de sí enseña cómo concentrarse mejor y fortalece la atención.

Me hace ver que no me recuerdo de mí mismo, que no veo mi estado de sueño.

Estoy fragmentado; mi atención está dispersa y no tiene ninguna fuerza disponible para ver.

LIBERAR UNA ATENCIÓN SUFICIENTE………

Cuando despierto, hago un esfuerzo para liberar una atención suficiente, capaz de oponerse a esa dispersión y verla. Es un estado más voluntario.

Ahora hay alguien que vigila y ese vigilante es un estado diferente de conciencia.

Sin embargo, debo recordar siempre que no sé lo que soy y que todo el problema es quién está presente.

La observación de mí mismo por parte del pensamiento habitual, con la separación entre el observador y lo que es observado, no hace más que reforzar la ilusión del yo.

Comenzamos a ver dos aspectos, dos naturalezas en nosotros mismos: una naturaleza superior, relacionada con un mundo, y una naturaleza inferior, relacionada con otro mundo.

¿Qué es lo que somos?

No somos ni lo uno ni lo otro.

Ni Dios ni animal.

Participamos de una naturaleza Divina y de una naturaleza animal.

El hombre es doble.

No se ha unificado.

Es sólo una promesa de hombre hasta que pueda vivir con sus dos naturalezas presentes en sí mismo, sin retirarse a una u otra.

Si se retira a su parte más elevada, se aleja de sus manifestaciones y no puede ya evaluarlas.

Ya no conoce su animal.

Si se desliza hacia la otra naturaleza, olvida todo lo que no es animal y no le queda nada para resistirlo: él es ese animal, no un hombre.

El animal siempre rechaza al ángel.

El ángel le da la espalda al animal.

EL HOMBRE ES EL QUE SIEMPRE VIGILA………

El hombre es el que siempre vigila, aquel que se recuerda a sí mismo en las dos direcciones y tiene sus dos naturalezas siempre enfrentadas.

jeanne de salzmann




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