UNA MASA DE ENERGIA
Por: jeanne de
salzmann
Quiero
tomar conciencia de mi existencia.
Si
mi atención es tal como habitualmente es, dispersa, me siento como una forma, una materia, una persona.
Cuando
mi atención se vuelve más fina y mis percepciones más agudas, me siento como una masa de energía
en movimiento, un cuerpo de energía.
Me
atraviesan corrientes hechas de partículas en movimiento; su movimiento no se detiene jamás.
Ya
no me
siento como una materia que tiene una cierta forma, sino como una energía animada por
un movimiento vibratorio que no se detiene jamás.
Siento
esta energía como imantada, atraída por una fuerza hacia unas metas que no
conozco.
Busco
observar mejor esta atracción que va en direcciones diferentes.
Siento
que no hay una corriente que sea mi pensamiento, ni una corriente que sea mi
sentimiento o mi sensación o mi movimiento.
No
existe el pensamiento de cada persona, el sentimiento de cada persona.
Hay
una corriente de fuerza sostenida en una cierta esfera por eso que la atrae y que la hace
gravitar allí.
Hay
que ir más allá.
De
acuerdo con las esferas en las cuales el pensamiento es mantenido, él será más
puro o menos puro.
Y
lo mismo es para el sentimiento.
Necesito
poner a prueba lo que retiene mi pensamiento y mi sentimiento en una cierta
esfera, poner a prueba los contactos repetidos con un cierto orden de ideas a los cuales se somete
el pensamiento.
Necesito
ver la hipnosis de ese contacto.
Siento
mi Presencia invadida por vibraciones desordenadas.
Siento
mis centros vibrando al menor choque.
No
están relacionados con nada que les comunique conscientemente una vibración;
son presa de todos los choques grandes o pequeños que vienen a sacudirlos.
Si
no estoy relacionado con una energía superior, no puedo evitar ser tomado.
Para
saber lo que «Yo Soy», mi ser, todo entero, necesita tranquilizarse en un acto de
atención total.
Cuando
ya no haya ninguna ola, ni una sola pequeña onda en la superficie, entonces
podré ver si hay algo de real en el fondo.
Podre
ver si hay una Presencia como un segundo cuerpo que conoceré por su densidad propia, por su
movimiento
propio, que sentiré claramente como algo distinto.
No
puedo actuar sobre él; es él el que puede actuar sobre mí.
Esa
Presencia es como independiente de mi cuerpo, pero hoy día ella pareciera estar vinculada con él.
Nada
en mí la ha reconocido.
Mi
cuerpo, mi pensamiento, mi sentimiento no saben que una relación no sólo es posible, sino también indispensable.
La
búsqueda de ese equilibrio es la búsqueda de una relación entre mi yo y mi ser esencial.
Para
mantenerla, hace falta un centro de gravedad, una esfera de fuerza que no deja penetrar aquello que pueda hacerle
daño.
Esa
fuerza procura la calma, la paciencia.
También
otorga un poder sobre la fuerza sexual y le permite, al abrir en ella una
puerta interior, realizar un acto creador nuevo.
Comienzo
a ver la necesidad de dejar que esa Presencia viviente en mí, ese cuerpo que
siento con otra densidad, tenga una acción sobre mí.
Necesito
una relación íntima.
Para
que una energía fina pueda penetrar y ser absorbida tiene que aparecer una especie de espacio en el cual las reacciones ya
no surjan, una zona de silencio que permita a la Presencia, a ese cuerpo, expandirse con una vibración
sutil.
Necesito de una circulación
libre de la energía que no se detenga en ninguna parte.
No
intervengo.
La
energía se distribuye ella misma según un orden que me sobrepasa.
Esta
libre circulación se hace a través de la respiración, pero no es cualquier respiración.
Es
muy liviana y muy poco amplia para comenzar..., como si esa Presencia estuviera respirando.
jeanne
de salzmann
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