LA CONCIENCIA DE ESTAR AQUÍ
Por: jeanne de salzmann
Hay en mí algo muy real que soy yo.
Pero siempre estoy cerrado a ello, pidiendo
a todo lo externo a mí que me lo pruebe.
Siempre estoy en la superficie de mí mismo, siempre vuelto hacia lo
exterior para tomar algo o para defenderme.
UNA DISPOSICIÓN EN LA QUE HE DE RECIBIR………
Puede ser que haya otra disposición en la que
nada tengo que tomar, una disposición en la que he de recibir.
LA IMPRESIÓN DE SER ALGO………
Recibir una impresión que nada de lo exterior me
puede dar; la impresión de ser algo, de tener un sentido por mí mismo.
El movimiento de conocer es un movimiento de abandono.
Hay que abrir las manos.
En los momentos de mayor atención, tengo la conciencia de
«estar allí»: una mirada, una luz, la conciencia que conoce.
La conciencia está allí.
No puedo ponerlo en duda.
Y, sin embargo, no le doy confianza, no la
siento como «Yo mismo», «Yo», mi naturaleza esencial.
Creo que puedo buscar la conciencia, ver la conciencia,
conocerla.
La tomo como objeto de observación.
Pero yo no puedo ver la conciencia.
Es la conciencia la que ve y la que conoce.
Me doy cuenta de esto si la siento como detrás de
mi cuerpo o como una visión desde arriba.
HAY UN CONOCIMIENTO………
No hay un observador; hay un conocimiento.
Pero si la siento como en mi cuerpo, me parece que el
yo es el cuerpo y que la conciencia es un atributo del cuerpo.
Comienzo a sentir lo que quiere decir ser verdadero.
Es el momento en que mi pensamiento se conoce
tal como es y mi sentimiento se conoce tal como es.
EL SENTIMIENTO DE MI ESENCIA………
Es el momento en que aparece en mí un pensamiento de otra
clase, inmóvil, sin palabras, capaz de contenerlas, y donde el
sentimiento de mi esencia y no de mi forma puede contener esa forma.
Tengo un pensamiento nuevo y un sentimiento nuevo que
pueden ver el hecho, «lo que es».
Sólo hay realidad para mí hoy en día en mi esfuerzo por
estar presente a mí mismo.
Lo demás no es real porque todo es deformado por la pantalla de lo
mental, que me impide estar en contacto con la naturaleza de las cosas.
Primero me hace falta ir hacia mi propia naturaleza,
estar despierto a la conciencia del Yo y solo estar atento a eso.
La conciencia es siempre conciencia de sí mismo.
Uno puede llamar el sí
mismo como quiera: Dios, la sede de la conciencia.
El punto es que el sí
mismo es el centro, el corazón mismo de nuestro ser, sin el cual no
hay nada.
Mi atención aprende a concentrarse hacia ese centro y a
quedarse allí.
MOVIMIENTO ACTIVO DE PRESENCIA………
Aprendo a comprender lo que es ese acto de Presencia, ese
movimiento activo de Presencia, siempre amenazado por un movimiento pasivo en la dirección
opuesta.
Tengo el sentido de una realidad que no puedo poseer;
soy yo, lo que soy en el fondo de mí ser.
Pero siento que reconocerlo me pide algo.
No se qué.
Esta realidad pertenece a un nivel de percepción que nunca he
explorado.
Mi avidez me separa de ello, impidiéndome comprender cuál
es mi sitio.
Siempre estoy allí para tomar o recibir lo que se me
debe, sin el respeto que es lo único que me permitirá una apertura sin condiciones.
Empiezo a darme cuenta de que a lo que busco acercarme no
es solamente mío, no sólo está en mí, sino que es inmenso y mucho más
esencial.
Ante eso, mis tensiones se relajan, una tras otra, hasta
el momento en que experimento, como el don de una unidad, una Presencia recogida.
Esta trae consigo una cuestión vital.
Está en tela de juicio a cada segundo, nunca cierta, nunca
segura, siempre tan incognoscible que me exige todo de mi.
Entonces existo con el sentido de una fuerza misteriosa
que es mejor no nombrar y que me ha traído a esta unidad.
¿A qué influencia me abro?...
Quiero saber.
Estoy aquí.
No estoy encerrado, aprisionado en una parte de
mí ser.
Estoy consciente de ser un todo.
jeanne de salzmann
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